martes, 16 de abril de 2013

Se escribe con B.

Es saberte en casa lejos de casa. Es, escucha, charlas en la plaza hasta que el sol se esconde. Y luego la noche, todavía en la calle. Siempre con cervezas, sentidos embriagados entre caladas y el paladar satisfecho y los labios que anhelan. Es hacer compañeros de aventura a los desconocidos al compás de los yembés. Es Verdi, sí. Y poesía callejera y un congoleño recitando a Lorca. Es hacer de los martes, jueves; de los jueves sábados y lanzar los lunes lejos de sus murallas. Es rebuscar en sus mercados de antiguedades, absorver los poros del papel en sus bibliotecas y saborear la vida intenso en sus centros sociales. Es un picnic improvisado en un jardín y una botella de vino compartida en una sala de cine. Es volver a casa - y no saber cómo has vuelto - y vivir con la sonrisa despeinada y el pelo risueño. Es aprender sin pisar - casi nunca- la universidad, y hacer fiestas dentro de las aulas de La Universidad. Es pintar las paredes con tiza y que la lluvia no desgaste. Es una canción de Guccini y una bicicleta robada. Es un café con espuma y susurros en el ghetto judio. Un autostop nocturno y dos secretos. Es abrazarse a cualquiera y que cualquiera sea siempre alguien. Es un yonki con un perro en una esquina, y el olor a orina, y el cigarro de liar. Es tener veinte años y querer diez meses más (o menos, para volver a empezar.) Es dar tumbos, apurar tequilas, volver a casa en carros de la compra. Es temblar, vibrar, palpitar: morder intenso la vida. Es diluirse en "quizáses" y hacerse fuerte en otras sábanas, en otros abismos. Es la eterna huida y el inexorable encuentro. Es querer perderse y encontrarse, querer ser viento y hacerse tierra. Es colarse en sitios de pago y comer siempre gratis y querer siempre más. Es un gemido en un bar de Pratello y una señora ajustandose el chal al salir de la ópera. A sus pies, una jeringa. Es el contraste. Il cielo è sempre più blu y ella cada vez más roja. Puro ladrillo, adoquin en las barricadas de un 77 que aún no se disipa. Ladrillo que antes amurallaba y ahora se calienta mientras unos erasmus se meten mano cerca de San Donato. Es hoy, esta mañana, el ayer que siempre busqué. Preparo la nostalgia y me atrinchero tras los post-it que mis amigos dejaron en la cocina. Es, aún es. Que siga siendo.