sábado, 15 de mayo de 2010

Papá

¿Te acuerdas cuando me leías antes de irme a dormir? Siempre escogía un libro al azar de aquella enorme estantería. Hasta que descubrí aquel viejo libro amarillento que se convirtió en nuestro compañero de noches. Día tras día, tú lo abrías y empezabas a leer despacio palabras apretaditas que muchas veces no entendía. Pero me encantaban, porque tu estabas ahí, conmigo, hablándome de mundos lejanos llenos de color y vida. Mundos diferentes. Y, sólo algunas veces, esos días en los que estabas diferente y un poco triste, empezabas a cantar suave y despacito, soñando un mundo mejor..

"Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.
Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.
Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés."


Y entonces, yo me lo creía. Y sabía que tenía que ser verdad, porque tú me lo decías. Eso bastaba. ¿Y ahora? Ahora ya no sé. Ayúdame a seguir creyendo en la magia papá.
- Tienes talento, pero tus ideas son como bengalas. Tan brillantes como efímeras, se apagan tan rápido que te dejan con ganas de más, con rabia, con ganas de morder, de llegar más lejos, más dentro.



En el suelo tirados, caóticos, abiertos libros con hojas dobladas y párrafos subrayados. Todo estaba en perfecto desorden. Sentado en un raído cojín que había traído Aritz de su ultimo viaje a Argelia, repasaba las cuentas mordisqueando un lapicero. Como de costumbre, salían negativas. Haciendo equilibrismos por sobrevivir. Las horas se deslizaban lentas ahí fuera. Olía a decadencia y sueños podridos. Como decía la protagonista de la película que estaba aun metida en el reproductor desde hacia meses son malos tiempos para los soñadores. Tiempos de alienación y crisis. Y desesperanza. Que más daba. Llovía y llevaban tiempo sin calefacción. Una calada apresurada de calor artificial, acabarían por los suelos, otra noche más.