sábado, 15 de mayo de 2010

- Tienes talento, pero tus ideas son como bengalas. Tan brillantes como efímeras, se apagan tan rápido que te dejan con ganas de más, con rabia, con ganas de morder, de llegar más lejos, más dentro.



En el suelo tirados, caóticos, abiertos libros con hojas dobladas y párrafos subrayados. Todo estaba en perfecto desorden. Sentado en un raído cojín que había traído Aritz de su ultimo viaje a Argelia, repasaba las cuentas mordisqueando un lapicero. Como de costumbre, salían negativas. Haciendo equilibrismos por sobrevivir. Las horas se deslizaban lentas ahí fuera. Olía a decadencia y sueños podridos. Como decía la protagonista de la película que estaba aun metida en el reproductor desde hacia meses son malos tiempos para los soñadores. Tiempos de alienación y crisis. Y desesperanza. Que más daba. Llovía y llevaban tiempo sin calefacción. Una calada apresurada de calor artificial, acabarían por los suelos, otra noche más.

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