viernes, 21 de octubre de 2011

¡Qué solos tu y yo! y no llueve, no hace frío, es casi noviembre y el sol sigue brillando. Y yo tengo miedo - qué raro, ¿no?- porque me cuesta creerme lo bueno, quitarme la coraza y mirarte a los ojos. Tengo un nudo en el estómago y no es metáfora: es que lo noto duro, te teme, me teme, nos teme. Hacernos daño siempre fue nuestra especialidad. Y no sé, no sé si podría aguantarlo otra vez. Supongo que sí, pero tampoco me apetece. Me quita demasiadas fuerzas exorcisar mis pensamientos en hojas de papel, encender velas y barritas de incienso para serenarme y esquivar los pensamientos que me cuelas entre ráfagas de viento que me despeinan cuando corro por el centro de León tratando de dejar la mente en blanco.
Pues eso, que los tópicos y lugares comunes nos vienen al pelo. ¡qué poco originales fuimos siempre, aún a pesar de nuestros vanos intentos de sentirnos diferentes! y el "ni contigo ni sin ti" sigue siendo la máxima que mejor nos resume. Es una putada (y una perogrullada), pero es necesario recordarlo. Que me rozas y tiemblo, me abrazas y vibro, me follas y muero. Pero que, de vez en cuando, me dan ganas de matarte (y esto tampoco es metáfora) y no es sano, y no sé si merece la pena continuar. Porque hemos perdido el respeto, y los principios y las buenas formas demasiadas veces. Hemos ido demasiado lejos y, aunque me encantaría, es imposible volver atrás, y el daño está hecho y los egos dañados y el amor roto. Y vale, lo admito, la atracción es fuerte y engancha y no se puede obviar. Pero que, joder, es solo química, o física, o qué sé yo. Me cansa, me cansa toda esta mierda. Ojala pudiera dejarte atrás, o seguir contigo hacia delante. Pero estoy atrapada en el presente (¿cuánto dura el presente?) y tú no me dejas, ni vienes, ni te vas. Y me llamas por teléfono y trataré de no cogerlo porque se que me liarás, se que nos liaremos y que acabare despertando en una cama ajena sintiéndome culpable, y blanda, y estúpida por ser tan débil. Y sola, porque tu te habrás ido a currar y yo estaré aquí sola, dando vueltas entre las sábanas como una gilipollas y volviendo a escribir frases ñoñas e inconexas de las que luego me avergonzaré. Y además tendré frío en los pies, ganas de llorar y un catálogo entero de promesas rotas.
(Mañana empiezo a recomponerlas de nuevo)

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