viernes, 25 de diciembre de 2009

Memorias de Cuba

Mientras removía las hojas de menta de su mojito con aquella pajita, los retazos de la conversación flotaban en su cabeza. Las silabas rimbombantes de Guillen, pronunciadas por la profunda y magnética voz del librero resonaban con fuerza en su cabeza " Te queja todavía negro bembón.." habían estado conversando largo rato.. había perdido la noción del tiempo, y ganado un viejo libro de hojas amarillentas. Allende y Fidel. Revolución. La boca se le llenaba de sonora musicalidad cuando la pronunciaba, no sin cierta ironía. Estaba casado con una yanki, que pretendía.. "Lo único que tenemos él y yo en común es que no nos parecemos en nada". Flotaban, con ese ritmo pausado y sensual latino, jirones de canciones de autor cubana. Alguna muchacha, contoneando las caderas, pretendía captar la atención de los viandantes. Las casas, desconchadas y grises en esa parte de la ciudad, adquirían en ese rincón otro color. Otro libro de Martí, habla de nuestra América, de nuestra pisoteada y maltratada América. 33 pesos cubanos, el papel es caro y el precio está en tierra de nadie. Inasequible para un ciudadano de a pie, demasiado barato para un turista. También ella se sentía en tierra de nadie, mientras, desde la azotea contemplaba ensimismada la calle. La música suave le mecía y el ron empezaba a marearla. Quizás fuera la vida que bullía allí abajo. Esa filosofía de vida que había roto sus esquemas. La ropa vieja era la mejor que había probado en la ciudad. También la más barata. Mientras acariciaba las hojas amarillentas, comprendió que acababa de cruzar la puerta a la verdadera Habana. Cuando al levantarse le vio, ahí sentado, mirándola fijamente, decidió dejarse arrastrar por esa sensación..

1 comentario:

  1. aunque estoy leyendo Cometas en el cielo, esto es lo mejor que he leido desde hacía tiempo :) es perfecto.

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